Viernes, 14 ago (RV).- “Cada vez más la Iglesia descubre la inestimable riqueza del diaconado permanente”. Con esta frase inicia la Carta, que el cardenal Cláudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, ha dirigido a los diáconos permanentes con motivo de la fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que celebramos el pasado lunes, 10 de Agosto.
En ella, el purpurado brasileño, haciendo hincapié en la contribución de los diáconos y la importancia de que tengan una vida de santidad personal y de intensa vida de oración y de espiritualidad, les propone dos reflexiones: una sobre el ministerio de la Palabra, y otra sobre la Caridad.
Poniendo de relieve el reciente Sínodo sobre “La Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia” -celebrado en octubre en el Vaticano-, el prefecto de la Congregación para el Clero recuerda que el mandato de predicar la Palabra de Dios hasta los confines de la tierra, anunciando la persona de Jesucristo, muerto y resucitado, “es una tarea que no sólo corresponde a los ministros ordenados sino también, de un modo totalmente sin reservas, a un Diácono permanente”.
El cardenal Hummes coloca el ministerio de la Palabra de san Esteban, diácono y mártir, como “un gran modelo que pide a los ministros ordenados un esfuerzo constante para estudiarla y hacerla propia al mismo tiempo que se proclama”. “La formación intelectual, teológica y pastoral –escribe el purpurado- es un desafío que dura toda la vida, por ello un cualificado y actualizado ministerio de la Palabra depende mucho de esa profunda formación”.
En su segunda reflexión acerca del ministerio de la Caridad, el cardenal Hummes propone como modelo a san Lorenzo -quien centró su ministerio en la caridad y los pobres- y retoma las palabras sobre el santo, del Papa Benedicto XVI: “Su solicitud por los pobres, el generoso servicio que dio a la Iglesia de Roma en el sector de la asistencia y de la caridad, la fidelidad al Papa que le empujó a seguirlo en la prueba suprema del martirio, y el heroico testimonio de sangre pocos días después, son hechos universalmente conocidos”
“Los Diáconos -escribe el cardenal Hummes- se identifican muy especialmente con la caridad. Los pobres son uno de los ambientes cotidianos y objeto de su solicitud sin descanso”. No se entendería un Diácono que no se comprometiese en primera persona en la caridad y en la solidariedad hacia los pobres, que, de nuevo, hoy se multiplican.
El prefecto de la congregación para el Clero concluye su carta pidiendo a Dios la protección y la bendición de los diáconos, de sus familias, sus esposas e hijos y les da las gracias por la multiforme colaboración, que prestan al ministerio diaconal.
martes, 18 de agosto de 2009
Riqueza del Diaconado Permanente
Cada vez más la Iglesia descubre la inestimable riqueza del diaconado permanente
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