Los Obispos de Latinoamérica y el Caribe dando continuidad al camino de renovación de la Iglesia Católica iniciado en el Concilio Vaticano II y en 4 Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y el Caribe han preparado del 13 al 31 de mayo del año 2.007 la V Conferencia, en donde se han fijado los desafíos del trabajo a realizar para seguir en la renovación de la Iglesia y dar así un nuevo impulso y vigor a la Misión de la Iglesia.
El fruto de este trabajo está recogido en el denominado “Documento de Aparecida".
El fruto de este trabajo está recogido en el denominado “Documento de Aparecida".
En el capítulo 5: La Comunión de los Discípulos Misioneros en la Iglesia se dedican 4 números que tratan sobre el Diaconado Permanente.
5.3.3 Los Diáconos Permanentes, discípulos misioneros de Jesús Servidor
205. Algunos discípulos y misioneros del Señor son llamados a servir a la Iglesia como diáconos permanentes, fortalecidos, en su mayoría, por la doble sacramentalidad del matrimonio y del Orden. Ellos son ordenados para el servicio de la Palabra, de la caridad y de la liturgia, especialmente para los sacramentos del Bautismo y del Matrimonio; también para acompañar la formación de nuevas comunidades eclesiales, especialmente en las fronteras geográficas y culturales, donde ordinariamente no llega la acción evangelizadora de la Iglesia.
Es importante la mención que realiza el documento en relación a que la vocación de servicio a la iglesia es producto de un llamado, el cual está fortalecido por los sacramentos del bautismo y del matrimonio. Esta vocación nace dentro de una vida cristiana de familia, en donde la doble sacramentalidad del orden y del matrimonio son su fortaleza.
206. Cada diácono permanente debe cultivar esmeradamente su inserción en el cuerpo diaconal, en fiel comunión con su obispo y en estrecha unidad con los presbíteros y demás miembros del pueblo de Dios. Cuando están al servicio de una parroquia, es necesario que los diáconos y presbíteros busquen el diálogo y trabajen en comunión.
207. Ellos deben recibir una adecuada formación humana, espiritual, doctrinal y pastoral con programas adecuados, que tengan en cuenta -en el caso de los que están casados- a la esposa y su familia. Su formación los habilitará a ejercer con fruto su ministerio en los campos de la evangelización, de la vida de las comunidades, de la liturgia y de la acción social, especialmente con los más necesitados, dando testimonio así de Cristo servidor al lado de los enfermos, de los que sufren, de los migrantes y refugiados, de los excluidos y de las víctimas de la violencia y encarcelados.
208. La V Conferencia espera de los diáconos un testimonio evangélico y un impulso misionero para que sean apóstoles en sus familias, en sus trabajos, en sus comunidades y en las nuevas fronteras de la misión. No hay que crear en los candidatos al diaconado permanente expectativas que superen la naturaleza propia que corresponde al grado del diaconado.
Este punto es el que mayor interés me causa. El compromiso del Diacono Permanente es de testimonio evangélico. El Diácono, dentro de su doble sacramentalidad junto a su familia, debe convertirse en un verdadero apóstol dentro del ámbito en el que está inmerso, su trabajo, su hogar, etc. Un Diácono Permanente debe ser un Misionero Permanente, debe ser un impulsor misionero de todos aquellos que le rodean.