sábado, 21 de junio de 2008

EL CONCILIO PLENARIO VENEZOLANO Y EL DIACONADO PERMANENTE



El 12 de julio de 1996, los obispos de Venezuela tomaron la decisión de convocar un Concilio Plenario, para celebrar de esta manera el V Centenario de la Evangelización de Venezuela.
Desde el año 2000 hasta el año 2005 se realizaron seis sesiones de trabajo las cuales dieron como fruto de este esfuerzo los 16 Documentos Conciliares que se ofrecen a los miembros de la Iglesia y a todos los venezolanos, los cuales fueron solemnemente promulgados el 7 de octubre de 2006 junto a la clausura Concilio.
Se asumió como metodología para la elaboración de los esquemas el ver, juzgar y actuar. En el ver se hace un análisis pastoral de la realidad, subrayando los núcleos problemáticos; en el juzgar se ofrece una iluminación teológico-pastoral a partir de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia, tanto Universal como particular; y en el actuar, se identifican desafíos y se establecen orientaciones pastorales y normas conciliares.
En este breve resumen se tratará el tema del Diaconado Permanente el cual se denomina “Obispos, presbíteros y diáconos al servicio de una Iglesia en comunión”
VER: ANÁLISIS PASTORAL DE LA REALIDAD

Se realiza una breve reseña de la historia que comienza desde los inicios de la Evangelización en el año 1498 hasta la situación con la cual la Iglesia en Venezuela comienza el siglo XXI
14. A inicios del siglo XXI La Iglesia católica en Venezuela consta de treinta y siete iglesias particulares: nueve arquidiócesis, veintidós diócesis, un exarcado greco-melkita, cuatro vicariatos apostólicos y un ordinariato militar. Además de los pastores de estas Iglesias, hay mil doscientos diecinueve sacerdotes diocesanos, setecientos ochenta y dos sacerdotes religiosos y ciento cinco diáconos permanentes.
43. El diácono permanente, restaurado a partir del Concilio Vaticano II, ha rendido sus frutos en la Iglesia que peregrina en Venezuela; sin embargo, es poco conocido y no se ha promocionado suficientemente en el seno de algunas Iglesias particulares, donde los diáconos permanentes en la actualidad prestan los más variados y valiosos servicios.
45. Las experiencias y los resultados han sido desiguales. Algunas han sido positivas; otras, menos, en parte por las fallas de selección, discernimiento y formación de estos ministros, en parte porque algunos no provienen de una comunidad determinada, o bien por la insuficiente valoración de este ministerio.
46. La indefinición de campos pastorales, que algunas Iglesias particulares de Venezuela confían a los diáconos permanentes, ha sido la causa de que no se haya logrado una buena preparación y promoción. El diaconado, en ocasiones, es visto más como una promoción que como una vocación de servicios a la Iglesia. Muchas veces se le han asignado funciones más como administradores de sacramentos y menos como animador de la comunidad y servidor de la caridad.
47. El candidato al diaconado permanente inicia su formación con una experiencia adquirida en su vida familiar, laboral y del quehacer diario; lo que le permite comprender estas situaciones y, así, realizar mejor su apostolado. No siempre se aprovecha esta experiencia como valor y apoyo a la pastoral.
48. En algunos casos se observa, lamentablemente, una separación entre el apostolado que el diácono realiza y su vida ordinaria, evidenciándose una ruptura entre lo que vive y lo que predica.
49. La experiencia positiva están siendo alentadora y están despertando en algunos sectores del Pueblo de Dios una mayor atención hacia la vocación diaconal, su promoción y acompañamiento. Vale la pena mencionar la experiencia reciente de diáconos indígenas que anuncian el Evangelio a sus propias culturas y en sus mismas lenguas. Este Concilio alienta este despertar, impulsando la formación de diáconos permanentes, porque abre vías insospechadas de evangelización inculturada.
50. Si bien algunas diócesis han realizado importantes esfuerzos por proporcionar una formación teológico-pastoral a los diáconos permanentes, en general ésta no es continua ni suficiente para la labor que se les confía en la comunidad.
JUZGAR: ILUMINACIÓN TEOLÓGICA-PASTORAL
101. El modelo diaconal por excelencia es Cristo siervo, que vivió totalmente dedicado al servicio de Dios, por le bien delos hombres. El se reconoció profetizado en el Siervo de Yahvé ( Lc 4,18-19) definió expresamente su acción como diaconía (Lc 22.27) y mandó a sus discípulos hacer otro tanto (Mc 10.43; Jn 13.15). La dimensión del servicio y la espiritualidad consiguiente es una realidad que comprometa a toda la Iglesia, en cuanto que toda la Iglesia, a semejanza de María, es la sierva del Señor (Lc 1.28), al servicio de la salvación del mundo.
102. El diácono permanente encuentra en Cristo Siervo el modelo del propio ministerio. En efecto, por la sagrada ordenación, es constituido en la Iglesia icono vivo de Cristo siervo a quien sigue e imita. El motor de su vida espiritual es la oración y el servicio; su santidad consistirá en hacerse servidor generoso y fiel de Dios y de los hombres, especialmente de los más pobres y de los que sufren; su compromiso ascético se orientará a adquirir aquellas virtudes que requiere el ejercicio de su ministerio.
103. El ministerio del diacono se concentra en tres servicios: ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Así participa, como todos los ministros ordenados, del triple ministerio de Cristo. El diácono es maestro, en cuanto proclama e ilustra la Palabra de Dios; es santificador, en cuanto administra el sacramento del Bautismo, participa en la celebración de la Santa Misa, conserva y distribuye la Eucaristía, y oficia en los sacramentos; es guía, en cuanto animador de la comunidad o de diversos sectores de la vida eclesial.
104. El diácono permanente ejercita la diaconía de la caridad, en comunión con el obispo y con los presbíteros. Configurado con Cristo Siervo, el cual representa, está sobre todo dedicado a los oficios de caridad y de administración. Con el ejemplo y la palabra, se esmera en que todos los fieles, siguiendo el modelo de Cristo, se pongan en constante servicio a los hermanos. Las obras de caridad, diocesanas o parroquiales, que están entre los primeros deberes del obispo y de los presbíteros, son por éstos, según el testimonio de la Tradición de la Iglesia, transmitidas a los diáconos; así como el servicio de caridad en el área de educación cristiana; la animación de oratorios, de los grupos eclesiales juveniles y de las profesiones laicales; la promoción de la vida de cada una de sus fases y la transformación del mundo según el orden cristiano en las diferentes situaciones de la vida. Ellos, por tanto, buscan servir a todos sin discriminaciones, prestando particular atención a los que más sufren y a los pecadores.
105. Como ministros de Cristo y de la Iglesia, superan cualquier ideología e interés particular, para no privar a la misión de la Iglesia de su fuerza, que es la caridad de Cristo. La diaconía, de hecho, debe hacer experimentar al hombre el amor de Dios e inducirlo a la conversión, a abrir su corazón a la gracia.
106. El diácono permanente, por su condición de ministro ordenado, inserto en su comunidad y conocedor de su cultura, tiene un amplio campo de servicios, especialmente en las zonas rurales alejadas, en las comunidades indígenas y en las grandes áreas urbanas densamente pobladas, donde se hace difícil la presencia continua de otros ministros ordenados.
107. El diácono, por su trabajo en el mundo, se encuentra desarrollando una diaconía ligada a espacios no necesariamente vinculados a la vida eclesial(Hch 6 2-6). Este ambiente de trabajo forma parte de su labor apostólica( Ts 3,8b-9) y no debe ser obviado al momento de evaluar su vida de servicio.
108. Con la doble sacramentalidad, la del matrimonio y la del orden, los diáconos participan con sus esposas e hijos en la diaconía. La experiencia de trabajo y su papel de padres y esposos, los constituyen en apóstoles de su propia familia y en colaboradores muy cualificados para abordar diversas realidades urgentes en las Iglesias particulares. Es necesaria una formación sistemática que relacione el servicio con la experiencia de su familia. Si ésta falla, el servicio se verá afectado.
109. El diácono nutre su espiritualidad de la oración y de su servicio. Asume la vida familiar, el trabajo y el compromiso social como medios de santificación.
ACTUAR: DESAFÍOS, ORIENTACIONES PASTORALES Y NORMAS CONCILIARES
Desafíos:
Desafío 1: Promover entre los ministros ordenados una profunda experiencia de Dios que alimente el seguimiento e imitación de Cristo Buen Pastor
Desafío 2: Fomentar una mayor vivencia de la comunidad.
Desafío 3: Impulsar la Nueva Evangelización viviendo el ministerio ordenado desde la perspectiva de la caridad pastoral.
Desafío 4: Avivar el carisma recibido por los ministros ordenados a través de una sólida formación permanente.
Desafío 5: Promover el diaconado permanente,
Orientaciones Pastorales:
138. La Iglesia en Venezuela definirá, con mayor claridad y unidad de criterios, los campos que quiere confiar a los diáconos permanentes.
139. Los obispos ordenarán diáconos permanentes después de un previo discernimiento vocacional, comprobadas tanto la idoneidad y formación para este ministerio como la vinculación con la comunidad, y en razón de las necesidades de las diócesis.
140. Las diócesis crearán los espacios necesarios para que os diáconos colaboren en la animación de servicios pastorales, detectando y promoviendo líderes, y estimulando la corresponsabilidad de todos para una cultura de reconciliación y solidaridad.
141. La Conferencia Episcopal Venezolana creará o mejorará instancias para la adecuada formación de diáconos permanentes, según normas precisas dictadas al respecto.
142. Las Iglesias particulares promoverán un mayor conocimiento de lo que significa el diaconado permanente.
143. Las Iglesias particulares impulsarán la dimensión misionera de los diáconos permanentes, tomando en cuenta tanto las propias necesidades como las de otras Iglesias.
144. Los obispos y sacerdotes acompañarán a los diáconos permanentes en su proceso formativo y de santificación y en el ejercicio de su ministerio, integrándolos activamente en la vida pastoral y fraterna.
145. Los diáconos permanentes, desde su formación inicial y continua, mantendrán el equilibrio con respecto al tiempo que le dedican a su familia, a su trabajo y a su ministerio.
146. Los diáconos casados darán testimonio de la Iglesia doméstica siendo ejemplos vivos de la unidad y amor familiar en sus hogares, comunidades, trabajos y ministerios.
147. Cada Iglesia particular con poblaciones indígenas adaptará a sus culturas el plan de formación para el diaconado aprobado por la CEV.
Normas Conciliares
149. cada diócesis, en su plan pastoral, elaborará un proyecto de formación integral permanente de sus ministros ordenados que, entre otras actividades, incluya ejercicios espirituales, días de retiro o de espiritualidad, encuentros de estudio o de reflexión teológica en común, cursos de actualización pastoral.